Después del resultado de las Primarias, en las que la alianza de gobierno sufrió un duro revés, se aceleraron los tiempos económicos y se profundizó la crisis. Primero arreció una (nueva) devaluación, que ya acumula un 40% entre agosto y octubre y disparó los precios, llevando la inflación interanual por encima del 55%. Poco después, ante el descalabro macroeconómico y la creciente fuga de capitales, el gobierno anunció un reperfilamiento (postergamiento de plazos en el pago de intereses) de la deuda pública nacional y un sistema de control de cambios y la exigencia de liquidación de divisas por parte de exportadores. En este contexto, se abren interrogantes sobre las alternativas para redefinir y renegociar el futuro del pago de compromisos externos de cara a 2020.