Las necesarias medidas adoptadas de distanciamiento y aislamiento social ante el avance del virus COVID-19, afectaron a la actividad económica a través de diferentes canales. Se interrumpieron las cadenas de suministro, se observaron importantes caídas en la demanda de distintos sectores industriales y de servicios, y creció la incertidumbre sobre el desarrollo de la actividad económica  en el corto y mediano plazo,  afectando a los mercados  financieros y paralizando proyectos de inversión ante el deterioro de las expectativas económicas (Gonzáles et al., 2020). En este sentido, la crisis generada por la pandemia por coronavirus, afecta a la economía local por el lado de la oferta, producto de las medidas de aislamiento y distanciamiento social; de la demanda, como consecuencia de los menores ingresos que genera la reducción o paralización de la actividad económica; y también en términos financieros, vinculado a problemas de liquidez que enfrentan, especialmente, las pequeñas y medianas empresas. A esto se suman los efectos derivados de la crisis global, como la caída en el volumen de comercio de bienes y servicios (CEPAL, 2020) y las tensiones financieras internacionales.