La pandemia por COVID-19 desencadenó una gran crisis sanitaria, económica y social a nivel mundial. La capacidad de contagio del virus da lugar a una alta probabilidad de saturación del sistema sanitario, por lo que, en Argentina ante la falta de tratamientos disponibles, los esfuerzos por controlar su propagación y minimizar el riesgo de vida, se centran en el aislamiento social preventivo y en el distanciamiento físico entre personas. Estas medidas generaron una interrupción repentina de la actividad económica, acompañada por caídas abruptas de la oferta y la demanda agregada (CEPAL, 2020).

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